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LA VIDA DIVINA (Tomo I) de Sri Aurobindo

CAPÍTULO 12

El Deleite de la Existencia: La Solución


El Deleite es la existencia; el Deleite es el secreto de la creación; el Deleite es la raíz del nacimiento; el Deleite es la causa de permanecer en la existencia; el Deleite es el fin del nacimiento y aquello en lo cual la creación cesa. “De Ananda”, dice el Upanishad, “nacieron todas las existencias; por Ananda permanecen en el ser y crecen, hacia Ananda parten”.

En la vida diaria, parece que no nos detenemos a pensar en esta verdad, o quizás solo un poco y solo aquellos que desean mirar hacia adentro y aquellos que, si lo hacen, muy probablemente la conciban imperfectamente. Pero si realmente hiciéramos por mirar y morar en nuestro interior o desde nuestro interior, inevitablemente despertaríamos al siguiente Ser más importante después de la Divinidad que habita en nosotros, nuestro yo real, único y verdadero. Un Ser insondable, sosegado, feliz y poderoso del cual somos prestatarios (nuestra vida no nos pertenece, pero como la vivimos, sí), un Ser que, de no ser la personificación de la Divinidad, se manifiesta prácticamente así y ahí, también.

Y de ser así, de tener la capacidad de vivir de adentro hacia afuera, de ser siempre y en todo momento lo que nos inunda y habita, de ser la Divinidad personificada en todos nuestros actos, viviendo de esa forma todas las circunstancias de la vida -perseverando en vivir desde la consciencia ante los placeres y sufrimientos a los que estamos expuestos y nos exponemos- conservarlas como experiencias, como crecimiento y madurez adquirida, pero sin dejar que estas circunstancias (siempre superficiales) ni tienten ni se impongan a nuestro verdadero Ser.

“La verdad de nosotros mismos yace dentro y no en la superficie.”

Sabemos, pero deberíamos tenerlo más presente de forma muy consciente, que no existe regla o norma para responder de determinada manera a determinados estímulos, como si habláramos de etiqueta en una recepción, en la vida real no existe eso. A lo único que podemos atenernos y nuevamente deberíamos practicar de forma consciente (como no a través de la meditación o de la sadhana) son nuestros pensamientos, nuestras palabras, nuestra acciones o actitudes y finalmente nuestros hábitos.

Reaccionamos o nos sentimos de la forma que inconscientemente hemos aprendido y llevamos practicando por años, no importa cual sea la cosa a la que nos exponemos, solemos tener la misma respuesta placentera, dolorosa o indiferente, porque esa es la forma que hemos aprendido para relacionarnos con el mundo exterior.

Ahora bien, es nuestra tarea desaprender viejos hábitos y aprender nuevos, conociéndonos más, interiorizando más y alejándonos de automatismos, intentando vivir en la consciencia omnipresente de nuestro ser, pensar, sentir y hacer. Como nos enseña Sri Aurobindo: “…está dentro de nuestra competencia acostumbrar al ser superficial a devolver, en lugar de las mecánicas reacciones de placer, dolor e indiferencia, esa libre réplica de inalienable deleite que es la experiencia constante del verdadero y vasto Bienaventuranza-Yo que está dentro de nosotros.”

Así será, el verdadero deleite de existir, el verdadero y constante deleite del espíritu encargado y capaz de cambiar aquellos viejos y nefastos principios o valores en bellos, vivos y puramente verdaderos.

El ser infinito no reside en una personalidad inventada, cortando sus amplias alas y minimizando su potencial y hasta dejar de amarse. La consciencia infinita deja de existir en una monótona inconsciencia y aparece como un ser programado de antemano. La fuerza superior infinita no existe en el desconcierto, en la anarquía del mundo en que vivimos haciéndonos creer que todo esta bien, que es “perfecto” y equilibrado. El gozo infinito no se encuentra en lo insensible de lo material y aparentemente se convierte en un ciclo de amor – odio – indiferencia – amor – odio – indiferencia.

En el mundo en el que vivimos, en el aquí y en el ahora, es de suma importancia que surja el ciclo de la verdadera existencia – consciencia – dicha – verdadera existencia – consciencia – dicha.

Ha de volverse el ser humano un ser infinito y vivir de esta merecida manera; las limitaciones de su mente han de eliminarse por completo, en vez de limitada, amplia y abundante será su mente; su corazón egoísta ha de conocer un amor prem y universal; sus emociones banales serán intercambiadas por un espíritu ecuánime; tanto de su ser superficial como del interior ha de emanar una sola existencia con ayuda de las fuerzas superiores; toda su naturaleza humana será una y única, individual y parte del todo, como una pieza de rompecabezas, única, irremplazable y codependiente, en el que se plasmará el Deleite de ser causa de permanecer en la existencia.

Así pues, el ser humano aprenderá a ser el deleite en persona de la vida que se le ha sido prestada, disfrutará y gozará cada momento de esa vida, se entregará conscientemente a cada tarea, a cada obstáculo, a cada sorpresa, a cada persona. Sentirse inicio, parte y fin de la creación será sentirse dichoso. En cuanto pueda tener consciencia de su Ser, de su existencia se ocupará de su evolución consciente como acto de agradecimiento a la Divinidad.

Porque goza de la vida, el ser humano se abrazará a ella, pero no se apegará a algo que no le pertenece, se deleitará mientras esta dure. Por eso, cuando la muerte le sobrevenga, gozará hasta su último suspiro, el ser humano sabe desde que toma consciencia de su existencia, que debe devolver el cuerpo físico prestado y seguir el curso de su alma a donde le lleve, otro motivo más de deleite para llegar a ser uno con el indivisible Satchitananda, existencia – consciencia – dicha, y vuelta a empezar.


-Comentario de texto por Daniela Requena-